5 enemigos en tu desarrollo profesional y cómo derrotarlos
¿Alguna vez te has sentido estancado en tu carrera? Cuidado con los saboteadores que se esconden en nuestra propia mente. Te contamos cuáles son esos 5 enemigos más comunes que impiden que avancemos en nuestro desarrollo profesional y qué podemos hacer para neutralizarlos.
¿Alguna vez te has sentido estancado en tu carrera, como si tus pies pesaran dos toneladas y te resultara imposible dar un paso? Y sabes que no se trata de un problema físico, porque tu salud está muy bien. Son otras cosas las que están impidiendo que avances hacia esa meta que quieres alcanzar. Podemos llamarles saboteadores y, casi siempre, se esconden en nuestra propia mente.
“No me atreví a postularme para el puesto de jefe de sección porque no me veía calificado del todo. Me quedé sorprendido cuando vi quién había ganado el puesto, un compañero que llevaba menos tiempo que yo en la compañía y con menos experiencia”.
“Sabía que en la otra empresa iba a tener un mejor salario, pero no conocía a nadie en esa ciudad. Ahora me parece increíble que por esa tontería haya dejado pasar aquella oportunidad”.
“Me pasé más de un año mirando una y otra vez el programa de estudios. Revisaba el presupuesto, calculaba las cuentas, planificaba horarios. Todo parecía encajar, pero mi mayor preocupación era que mi familia pensara que no tendría tiempo para ellos”.
Esas son frases que hemos oído decir (palabras más, palabras menos) a muchos de nuestros alumnos cuando hablamos sobre plan de carrera, crecimiento profesional y las razones por las cuales deciden hacer una maestría. Si te sientes identificado con alguna de ellas, es posible que seas víctima (o lo hayas sido alguna vez) de un “autosabotaje”.
Seguramente has oído la famosa expresión “la mente es traicionera”. ¡Y lo es! Pero no vamos a pretender hacer aquí una sesión de psicoanálisis. Lo que sí vamos a hacer es contarte cuáles son los 5 enemigos más comunes que impiden que avancemos en nuestro desarrollo profesional y qué podemos hacer para neutralizarlos.
[do action=”resaltado”]1. La desmotivación[/do]
Es ese sentimiento de apatía hacia lo que nos rodea, el desgano de ejercer una acción. Suele estar relacionado con la desesperanza. Algunos de los casos más típicos de desmotivación en el desarrollo profesional ocurren cuando el trabajador se aburre de las tareas repetitivas que debe hacer a diario, cuando siente que no es valorado por sus esfuerzos o cuando piensa que ya no tiene posibilidad de ascender en su plan de carrera.
Pareciera que dependemos de factores o estímulos externos para poder sentirnos motivados, y es así, pero existe en nosotros una gran habilidad que, mientras más la desarrollemos, más contundente será al derrotar a la desmotivación. Esa habilidad es la Automotivación.
La automotivación es mantener una actitud positiva hacia lo que nos rodea. Es lograr influir en nuestro estado de ánimo para encontrar aspectos interesantes en aquello que parece no tenerlos. Es una capacidad interna de encontrar estímulos que nos impulsen hacia una meta determinada.
Por ejemplo, volviendo a los casos de desmotivación que mencionamos antes, el trabajador que se aburre puede automotivarse al proponerse encontrar formas diferentes y más eficientes de realizar sus tareas diarias. El que se siente desvalorizado puede buscar involucrarse o crear otros proyectos en los que pueda destacar por sus aportes. El que piensa que yo no tiene hacia dónde escalar puede desarrollar competencias transversales que le permitan ampliar su abanico de posibilidades.
Como ves, siempre hay una forma de ver el vaso medio lleno. Una actitud positiva y creativa ante las situaciones adversas siempre encuentra oportunidades para aprovechar y estímulos (internos y externos) que nos impulsan a seguir creciendo.
[do action=”resaltado”]2. Falta de seguridad en uno mismo[/do]
Hay personas que tan solo con su forma de hablar te convencen de que la cebra no tiene rayas, aún cuando tienes al animal en frente. Otras, simplemente no se atreven a decir lo que piensan, aún sabiendo que tienen toda la razón, sencillamente por temor a que les contradigan y que tengan que defender sus puntos de vista.
Los complejos y los miedos que sentimos ante determinadas situaciones son producto de muchos factores a lo largo de nuestra vida. La falta de seguridad en nosotros mismos nos convierte en nuestro principal enemigo a la hora de tomar decisiones y actuar en beneficio de un mejor porvenir.
Uno de lo ejercicios más efectivos para ganar confianza en uno mismo es hacerse un análisis DAFO o FODA (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades). Si conoces cada uno de estos aspectos sobre ti, podrás usar tus fortalezas para aprovechar las oportunidades, trabajar en tus debilidades y planear cómo neutralizar las amenazas.
Pero lo más importante es que creas en ti. Si bien es cierto que debes ser honesto contigo mismo al momento de reconocer tus limitaciones, no es menos cierto que debes ser objetivo y generoso cuando identifiques tus cualidades y aptitudes. Después de todo, proyectamos a los demás lo que creemos ser.
[do action=”resaltado”]3. Enfocarse en los problemas[/do]
Este es un enemigo a temer, porque no suele andar solo. Cuando aparece, detrás vienen otros saboteadores como la desmotivación y la falta de seguridad. Las personas tóxicas tienden a rodearse de estos enemigos.
Cuando surge un problema es normal que sintamos frustración y, en ocasiones, impotencia. Pero sea cual sea su magnitud, lo primero que debemos entender es que se trata de un reto que debemos superar. Es una circunstancia en la que nos encontramos momentáneamente y que debe ser superada.
Una vez adoptemos la actitud correcta, estaremos en capacidad de identificar los recursos con los que contamos para hacer frente al problema: Nuestras propias competencias y conocimientos, herramientas de trabajo o estudio, equipos de trabajo, recursos materiales, etc. De este modo podremos enfocarnos en las posibles soluciones.
[do action=”resaltado”]4. La zona de confort[/do]
La zona de confort es ese espacio (físico o mental) en el que nos sentimos seguros, en el que no corremos ningún riesgo, no enfrentamos nuevos retos y mantenemos una rutina continua. Pero si todo eso suena tan bien ¿cómo puede ser un saboteador?
Aunque tenga un nombre con un sonido agradable, la zona de confort en realidad es un monstruo que se oculta detrás de un estado de aparente comodidad, que nos convierte en autómatas e impide nuestro crecimiento personal y profesional. Permanecer en la zona de confort por mucho tiempo puede causar desmotivación.
Salir de la zona de confort implica aceptar nuevos retos, lanzarse a conquistar sueños y metas. Emprender ese viaje potencia la creatividad, fortalece la autoconfianza, crea nuevas relaciones personales, aumenta la experiencia y el conocimiento. Todo esto es parte del crecimiento personal y profesional. ¿Pero cómo puedes salir de la zona de confort?
Existen dos palabras claves para salir de la zona de confort: Cambio y Apertura. Esto quiere decir que debes estar abierto a los cambios: Cambia tus hábitos de estudio o de trabajo, proponte nuevas técnicas, relaciónate con personas nuevas, recorre nuevas rutas para llegar a la oficina, aprende otro idioma, estudia otras disciplinas. En fin, existen mil posibilidades para ampliar tu zona de confort.
[do action=”resaltado”]5. Miedo al “qué dirán”[/do]
Atribuyen a John Lennon la frase “Tratar de complacer a todo el mundo es imposible. Si hicieras esto, acabarías en el medio sin nadie a quién le caigas bien”. El miedo a las críticas o a la desaprobación de terceros es, posiblemente, el miedo más absurdo porque, por uno u otro motivo, siempre habrá alguien que nos critique sin importar lo que hagamos o dejemos de hacer.
Por lo tanto, lo que es verdaderamente importante es hacer lo que consideramos correcto para nuestro crecimiento y que nos haga feliz sin dañar a otros. Las personas que nos rodean, si realmente nos aprecian, nuestros familiares y amigos, estarán de acuerdo con nuestra decisión y nos brindarán apoyo. En este sentido, es recomendable mantener una buena comunicación con los más allegados o que pueden verse afectados directamente por nuestras decisiones, dejándoles saber claramente las consecuencias positivas de nuestras acciones.
Esperamos que con estos consejos puedas diseñar tu estrategia de defensa contra estos enemigos. Tu desarrollo profesional depende de tu voluntad y tu actitud. No abandones tus sueños ni desistas de tus metas.
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