El malo, el falso y otros personajes con los que no querrías trabajar
Estos personajes persiguen lo mismo: obstaculizar el trabajo de otros, impedir que tengan éxito en sus propósitos y frenar su desarrollo o crecimiento. El fin último es evitar que alguien más se destaque, bien sea por temor a perder protagonismo o a que se note su propia mediocridad.
A lo largo de nuestra vida laboral, tarde o temprano, nos tropezamos con un compañero de trabajo “malvado” que se dedica a hacernos las cosas más difíciles. ¡Y más vale que no sea el jefe! A veces son solo una piedrita en el zapato, pero otras veces se pueden convertir en verdaderas pesadillas.
Javier es un antiguo alumno que lo pasó mal durante un tiempo por las acciones de un compañero de trabajo muy competitivo que, prácticamente, intentaba hundirlo cada vez que tenía oportunidad. Cuando Javier intervenía en alguna reunión para expresar una idea u opinión, su compañero malvado se apresuraba a señalar algún punto débil o a refutarlo con cualquier excusa. Si el jefe felicitaba a Javier por hacer un buen trabajo, el malvado intentaba ridiculizarlo con algún chiste malo o burla.
Pero el compañero malo que fastidiaba a Javier no escondía sus intenciones, sus acciones eran evidentes al contradecirlo o intentar descalificarlo. Esto sale a colación porque hay otros malvados que sí ocultan sus intenciones detrás de argucias y manipulaciones. Se trata de los “falsos”, aquellos que no te suministran la información adecuada a propósito o que se les olvida pasarte el reporte que discutirán en la reunión que está a punto de empezar.
Ambos personajes, el malvado y el falso, persiguen lo mismo: obstaculizar el trabajo de otros, impedir que tengan éxito en sus propósitos y frenar su desarrollo o crecimiento. El fin último es evitar que alguien más se destaque, bien sea por temor a perder protagonismo o a que se note su propia mediocridad.
Desde un aspecto psicológico, estos malvados suelen tener carencias afectivas o vivieron algún evento traumático. Saben cómo manipular emocionalmente, tienen facilidad para mentir (lo hacen con frecuencia) y tienden a complicar las cosas para hacer que otros parezcan responsables de los problemas o errores surgidos.
Entre las diferentes razones que motivan a estas personas a comportarse de una manera egoísta, las más usuales son las siguientes:
La envidia: Resulta evidente, ¿verdad? Como reza el dicho, “la envidia es la religión de los mediocres”, y aquellos trabajadores que son envidiosos tienden a sabotear a sus compañeros, especialmente si se sienten desconectados de los demás. Si un envidioso se siente excluido de un grupo, intentará destruirlo.
Las inseguridades: Las personas que se sienten inseguras suelen ver en sus compañeros de trabajo posibles amenazas. Pueden pensar que los demás están mejor calificados o que se llevan mejor con los jefes, por lo tanto, intentarán hundir a cualquier compañero que consideran que tiene una ventaja sobre ellos.
La falta de empatía: También podemos encontrar en nuestro trabajo personas que no sienten empatía hacia los demás, es decir, que no se interesan por lo que sienten o piensan otros, salvo que coincida con sus propios propósitos. Estos individuos no encuentran ningún inconveniente en perjudicar a compañeros de trabajo si lo consideran necesario para avanzar en su carrera profesional.
Un entorno ferozmente competitivo: En algunas empresas se estimula más la competitividad individual que por equipos, se recompensa más a la persona que alcanza una meta que a los grupos de trabajo que logran sus objetivos, con lo cual, la colaboración pierde valor ante el mérito propio del individuo. Este tipo de ambiente puede convertirse en una selva en la que sobrevivirá el más fuerte, el más hábil. Por lo tanto, el malvado intentará sobresalir a como dé lugar.
Te estarás preguntando qué pasó con Javier y su “bully” en el trabajo. ¿Logró resolver la situación? Afortunadamente sí, y, curiosamente, el malvado resultó ser un tipo brillante con el cual Javier ha desarrollado varios proyectos que han sido experiencias muy satisfactorias. Pero hay que tener en cuenta que cada caso es diferente y no existe una fórmula mágica para todas las situaciones.
Muchas veces estas tensiones con personas malas, falsas e, inclusive, necias se generan de la nada y progresivamente sin que uno pueda notarlo hasta que ya se han convertido en un verdadero problema. Por eso es importante contener la situación ante los primeros episodios de incomodidad o molestia, a fin de evitar consecuencias que puedan perjudicar nuestro trabajo, nuestro desarrollo profesional o nuestra salud mental.
Si tienes la mala fortuna de trabajar con un malvado, las siguientes recomendaciones te serán de ayuda. Si tienes la suerte de trabajar con gente estupenda, igualmente no dejes de leerlas, nunca se sabe cuándo la suerte cambia.
[do action=”resaltado”]¿Qué hacer ante un malvado?[/do]
1. Busca el origen del problema
Intenta comprender por qué el malvado actúa de esa manera contigo. ¿Acaso hubo algún malentendido en el pasado? ¿Alguna vez discutieron por algo? Tal vez para ti no haya sido importante el motivo de la discusión, pero sí pudo haberlo sido para esta persona. ¿Hay alguien más que está causando confrontación o desacuerdos entre ustedes?. Entender las causas te facilitará hallar las soluciones.
2. Hazle frente al malvado
Intenta tener una conversación tranquila pero efectiva con la persona. Escoge bien tus palabras y hazle saber cómo te hace sentir cuando actúa de determinada manera contigo, dale ejemplos concretos y explícale que tu intención es tener una buena relación con ella. Evita que te perciba como una amenaza, mantén un tono cordial y transmítele que eres una persona con la que puede contar en el trabajo.
3. Busca una opinión objetiva
Acude a un compañero de trabajo con el que te sientas cómodo para que te ayude a analizar la situación desde un punto de vista objetivo. No intentes ponerlo en contra de la otra persona, el propósito es tener un mejor entendimiento de los hechos, la opinión general del asunto y las consecuencias de las acciones que puedas tomar para intentar resolverlo.
4. Sé precavido
Mientras intentas resolver la situación, lleva un registro de todos los eventos que vayan ocurriendo por si en un futuro se hace necesario acudir a los supervisores o a recursos humanos. Guarda los documentos y correos electrónicos que puedan tener relación con el conflicto.
Realiza tu trabajo con prudencia, no des lugar a descuidos ni al azar, ten presente que hay una persona que puede aprovecharse de tus errores para perjudicarte. Nadie desea trabajar con semejante presión, pero será necesario hasta que se solucione el problema.
5. Acude a instancias superiores
Si no lograste resolver la situación por otros medios, acude a tu jefe o a recursos humanos. Suministra la información recaudada y hazles saber que intentaste solucionar el conflicto antes de acudir a ellos. Menciona también si la productividad o el ambiente del grupo de trabajo se han visto afectados.
6. No te estanques
Si crees que no hay remedio para el malvado ni solución para el conflicto, pon en marcha el plan B: ¡Actualiza tu currículum! No te quedes estancado en un entorno hostil, tal vez esta es la ocasión que debes aprovechar para abrirte a nuevas oportunidades. Claro, de más está decirte que no dejes tu trabajo sin haber asegurado otro (!)
Esperamos que nunca tengas que tropezar con un compañero de trabajo malvado, pero si te llegase a salir en la lotería de la vida laboral, esperamos que corras con la misma suerte de Javier.